Leyendo
sobre la web2.0 comencé a entender , de forma más ordenada y razonada, aquello
de lo cual hago uso en mi vida cotidiana pero que solo a partir de esta nueva
lectura que el curso me proporcionó, me detuve a pensar: el ecosistema digital,
la inteligencia colectiva y las múltiples modalidades de comunicación.
¿Cómo
accedo a a la información? ¿Cuál es el uso que le doy a Internet?¿qué lugar
ocupa en mi educación? Pensé que básicamente el uso que le doy se divide en
tres ejes: Diversión (música, pelis etc.) Comunicación (mails, chat, twiter etc.)
información (material de trabajo, lecturas de estudios etc.)
Más allá de esta división lo que pensé es que desde una receta de cocina que se la pedíamos
a la abuela, hasta el libro más específico que pedíamos a alguien que viajaba
que nos lo traiga, hasta tratar de hablar con alguien para contarle algo, todo
eso se democratizó, y hoy es posible conseguirlo a través de la Web. Nos
convertimos también en hacedores de nuestro propio conocimiento, todos somos
autores, lectores, cineastas y escritores, tenemos un saber colectivo. Esto,
definitivamente implica un gran cambio social y bienvenido sea.
Pero,
disculpen la deformación profesional, pero como soy psicoanalista, no pude
dejar de pensar o mejor dicho asociar con
mi trabajo, con la problemática que diariamente traen los pacientes a mi
consultorio y me pregunté (tal vez una pregunta demasiada extensa para
responder de una sola vez!) Cómo
influye la tecnología en la vida actual
y si tiene o no algún tipo de ingerencia en lo emocional? Y me vino a la mente
el relato de una paciente joven que concurre a terapia una vez por semana y que
en la última sesión estaba bastante angustiada por su actual situación
sentimental. Mientras me contaba lo que
le había pasado en la semana, en su relato aparecieron varias situaciones que
harían pensar en la facilidad con que esta época nos ofrece herramientas de
comunicación para, valga la redundancia, estar más comunicados.
Comparto
algo del relato con ustedes: Mi paciente se encontró, a altas hora de la
madrugada, mientras navegaba por Internet (posibilidad que nos brinda la
tecnología de “salir” a cualquier hora) en el MSN con un chico, nuevo amigo,
que conoció por Facebook amigo de un amigo, de los miles que tiene como amigos…le
dio su pin, y al otro día leyó lo que publicó en su Twitter sobre ella, y se
alegró… cuando llega al trabajo se conecta y ve que él está también conectado y
le escribe un mail para pedirle algo como excusa para “hablar” y él, tardó un día en responderle. Situación que la
llevó a mandarle un mensajito de texto para saber “qué onda?”…y él le mandó un
link de un video en youtube que dijo hacerle recordar a ella. El video se
presentó a tantas interpretaciones que ella quedó medio confundida y colgó en
su muro otro video en respuesta al del él.
Y así
siguieron los días con interminables contactos virtuales, pero ella concurre a
su sesión y dice, “No entiendo qué le pasa conmigo, me desconcierta, no sé qué
es lo que quiere” a lo que yo le respondo, simplemente “ Lo llamaste? “
Tal vez,
una paradoja de nuestro tiempo y a su vez un gran desafío.
Traslado
esta situación a mi labor como docente y me pregunto, cómo utilizar estas
nuevas herramientas para potenciar el pensamiento y construir nuevos
conocimientos.
Comparto
con ustedes esta inquietud para seguir pensando.
Creo que el gran peligro de estas comunicaciones virtuales a las que son tan afectos los chicos de las nuevas generaciones, entre los cuales están mis propios hijos, es justamente la pérdida de los contactos más genuinos, los personales.
ResponderEliminarLa película medianeras, argentina, plantea cómo la computadora puede representar la puerta para aislarse...o no...
Las tics deben en mi opinión utilizarse criteriosamente, dándoles el lugar de herramientas funcionales, de ninguna forma eje de aprendizaje, sólo un vehículo más, eficiente y capaz utilizado con cuidado.